¿Está preparado para sustituir mañana los vehículos de su flota? ¿Supervisa cuidadosamente sus componentes vitales, como los motores diésel, en busca de señales de advertencia tempranas, y en su mayoría invisibles, de un fallo inminente?
Existen contaminantes en los fluidos usados. Sin embargo, algunos son casi siempre predecesores de un fallo catastrófico. Para actuar, debe saber que están en suspenso. Eso sólo es posible mediante un programa gestionado de análisis de aceite y fluidos. El mantenimiento correctivo es inevitable para cualquier cosa mecánica. Pero es mucho más aceptable cuando se hace pronto y mucho antes de que se produzcan daños importantes y tiempos de inactividad.
Cientos de miles de motores diésel se averían cada año debido a prácticas deficientes de mantenimiento y supervisión.
He aquí sólo dos de los contaminantes más comunes:
- Glicol – Es síntoma de fallo de juntas, camisas de cilindro dañadas y juntas agrietadas/explosionadas. El glicol puede provocar la formación de lodos, con el consiguiente bloqueo del filtro, aumento del desgaste del motor, gripado en frío, aumento de la corrosión y dilución de la viscosidad del aceite.
- Dilución excesiva del combustible (superior al 2%) – Es síntoma de problemas en el inyector de combustible y de una combustión inadecuada. La dilución del gasóleo puede provocar una pérdida prematura de la protección contra la corrosión y el espesamiento del aceite del motor, causando depósitos. La dilución del combustible puede reducir la viscosidad del aceite de motor, lo que provoca un desgaste prematuro de los pistones, segmentos, camisas y cojinetes del cárter.
Los periodos de avería del motor, debidos a la contaminación, pueden variar considerablemente. Si no se detectan a tiempo, pueden acortar drásticamente la vida útil del motor en cientos de miles de kilómetros. No existen «elixires mágicos» para compensar los daños causados por estos contaminantes. Por ello, el mantenimiento proactivo y el análisis del aceite son vitales para su flota.